TRABAJADORES DEL ROCK

TRABAJADORES DEL ROCK

17/10/2023 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

 

 

 

 

 

 

 

Por FACUNDO GARCÍA

        A mediados de los 70’s, los pilares del sonido rock estaban fuertemente establecidos. Tiempos paganos, los dioses del rock gobernaban la tierra. Led Zeppelín como dueños del olimpo, Génesis fusionando virtuosas guitarras con música clásica y  electrónica, el rock and roll con purpurina que era el Glam, y cada estilo parcelado y gobernado por cada referente. Había luchas internas y el poder siempre estaba en discusión. Zeppelín vs Purple, Génesis vs Yes, Bowie vs Bolan, etc. Qué podía pasar si surgía una banda que era un poco de todo eso, difícil de clasificar, lejos del glamur y con un sonido extraño que sonaba viejo y moderno al mismo tiempo. 

Los primeros días de julio de 1974 Rush edita su primer disco de nombre homónimo. Con esfuerzo habían conseguido firmar con un sello en Estados Unidos y al fin habían logrado el sueño de cualquier músico que quisiera triunfar, salir de gira por ese país. Sin embargo, poco antes, los problemas se presentaron inesperadamente. John Rutsey, el baterista, dejaba la banda por problemas de salud. Entonces Geddy Lee y Alex Lifeson, viejos amigos de Toronto, decidieron audicionar a Neil Peart, un pibe de la zona, que lo único que hacía era leer y con pinta absoluta de nerd. Lee, el bajista, pensó que Peart era algo tonto, pero cuando empezó a  tocar su batería, quedó mudo. “¡Tocaba como Keith Moon y John Bonham al mismo tiempo!”, recuerda Lifeson en el elogiado documental sobre la banda canadiense Beyond the lighted stage (2010).

Peart se unió a Rush el 29 de julio de 1974, sólo dos semanas antes del inicio de la primera gira estadounidense, como teloneros de Uriah Heep. De este hito pasaron nada menos que 49 años; cinco décadas con la misma formación, 19 títulos de estudio, una fanaticada militante y 40 millones de álbumes vendidos, sólo por debajo de The Beatles y The Rolling Stones en discos consecutivos de oro y platino.

Pergaminos que no cualquiera puede mostrar. Sobre todo para una banda que siempre tuvo reputación de culto, nunca fue masiva ni transo con la prensa, y así y todo llena estadios y son los referentes de generaciones completas de instrumentistas. Por supuesto el camino no fue fácil. Al principio nadie entendía nada y los críticos destruyeron a la banda, especialmente por la aguda voz de Lee, la poca onda que tenían sus integrantes y la temática futurista/existencialista de las letras de Peart. Desde el inicio, Rush estuvo fuera del mainstream musical porque su obra era difícil de clasificar y digerir: ¿Rock progresivo?, ¿Hard rock?, ¿Heavy metal?, ¿Todas las anteriores?

Donna Halper trabajaba en esa época como directora musical de una radio de Cleveland y recuerda cómo descubrió y lanzó a Rush al estrellato, cuando aún eran desconocidos. “Nunca soñé que la banda sería tan popular. La gente de Cleveland amó la canción Working man porque se sintieron identificados. La letra decía: ‘No tengo tiempo para vivir, porque estoy trabajando todo el tiempo’. La gran sorpresa para mí es que, después de 40 años, Geddy, Neil y Alex siguen siendo amigos. Hoy Rush es una banda reconocida y respetada. 

Max Mobley, autor del último libro en torno a la banda -Rush: All that’s left to know about rock’s greatest power trio- y uno de sus mayores biógrafos, agrega que la trascendencia del grupo pasa por otro lado: “Sus miembros no son lo suficientemente guapos para estar en la portada de sus propios álbumes, ni son lo suficientemente feos como para ser considerados fuera de la ley-cool, como un Ramone o un Sex Pistol. Lee, Lifeson y Peart son los antihéroes finales. Por eso no han sido portada de la Rolling Stone. Pero para quienes aman la buena música, Rush es un grupo impresionante”. Agrega que el trío se escapa al molde de rock tradicional que la crítica ha estandarizado por décadas. “Ellos no exudan sex appeal, no son artistas melancólicos persiguiendo a los demonios. Son sólo tres chicos normales que son también músicos y compositores increíbles. No son famosos, algo que la prensa del rock parece admirar estos días”, dice el escritor.

Tras sus dos primeros discos, Rush abandonó rápido el sonido “a lo” Zeppelín y se dedicó a sacar discos conceptuales, como  2112 (1976) -su primer gran éxito- y Hemispheres (1978);pero luego volvieron a cambiar de estilo con Permanent waves (1980) y Moving pictures (1981); este último, su gran obra maestra. Su versatilidad y la experimentación con new wave, reggae y pop rock siguieron ampliándose en la era de los sintetizadores, con Power windows (1985).

En cuanto al disco que mejor representa el sonido clásico de Rush, Mobley comenta: “Pienso que A farewell to kings (1977) posee lo mejor del material antiguo. Contiene una selección de canciones progresivas con un alto nivel de instrumentalización y arreglos. Incluye una pieza conceptual (Cygnus X-1), una más corta y rockera (Cinderella man), una más progre-pop como Closer to the heart y, por supuesto, el opus Xanadu”, concluye.

Ya en los 90, Rush retomó su veta más densa y rockera con Counterparts (1993) y Test for echo (1996). Fue justo después de esa gira del 96 que la banda casi se disuelve. La hija de Peart murió en un accidente y, meses después, su esposa, a causa de un cáncer. El baterista emprendió entonces un largo viaje en moto por Norteamérica para intentar sanarse, hasta que cinco años más tarde volvió a la ruta con su banda. El regreso fue glorioso. Por primera vez se presentaron en Sudamérica, con un memorable recital en Río de Janeiro que quedó plasmado en un DVD, con 40 mil almas entonando un instrumental como YYZ.

Ya en los 2000, Rush retomó el tinte de sus líneas más progresivas y la crítica se rindió con Clockwork angels (2012), de temática steampunk y con un set de violines. Incluso, la adultez ha servido para acercar posiciones con esa crítica que siempre los despreció. “Ya no es verdad que a sólo los fans les encanta Rush y que los críticos los odian. Ahora hay un nuevo grupo de periodistas que ha crecido con esta banda e, incluso, sus integrantes reconocen que tienen discos mejores que otros”, detalla Hopper.

  

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