LAS DROGAS NO MATAN

LAS DROGAS NO MATAN

26/02/2022 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

 

 

 

 

 

 

 

Por ANDRÉS GARCÍA

“Bronca porque está prohibido todo,

Hasta lo que haré de cualquier modo”

Pedro y Pablo

 

HIPOCRESÍA

Dentro de las drogas consideradas más adictivas, dañinas para el individuo que las consume y que pone en riesgo a terceros, se posiciona en primer lugar el alcohol. Le siguen en orden la Heroína, el Crack, la Metanfetamina, la Cocaína, el Tabaco, las Anfetaminas, el Cannabis y un largo etc. 

No es muy difícil hacerse muchas preguntas y sacar conclusiones mirando esta tabla de posiciones. De estas ocho drogas solo dos son legales y de venta libre. Precisamente la más peligrosa y dañina de todas se puede conseguir en cualquier kiosco de barrio. ¿Cuál es el motivo para que el resto estén prohibidas? ¿Por qué usando los mismos criterios unas no y otras sí? 

El alcohol es tan peligroso que si lo consumís estás inhabilitado para manejar un vehículo, sin embargo podés administrar justicia, dictar leyes o ejecutar políticas económicas aunque seas alcohólico. “Beber en exceso es perjudicial para la salud” nos advierten sus etiquetas, pero auspician eventos culturales y deportivos. Inunda los espacios publicitarios orientados a la juventud, pero está prohibida su venta para menores de 18 años. ¿Qué tipo de hipocresía y cinismo ideológico opera a nivel social para que todo esto parezca muy normal? 

Todas estas contradicciones son síntomas de la profunda y explícita hipocresía social. Parecida a ciertas leyes de tránsito que te prohíben circular a cierta velocidad máxima mientras la industria automotriz te vende vehículos de fórmula 1.

 

Cosas parecidas ocurren también con el resto de las drogas. Les hacen pruebas antidoping a deportistas, que en definitiva no pueden perjudicar a nadie más que a ellos mismos y no hacen nada importante, mientras las grandes ligas del poder viven enchufadas en fuentes de máxima pureza y perversiones criminales, sin que a nadie se le dilaten las pupilas de vergüenza.

Tampoco se juzga de la misma manera de acuerdo a las capas sociales. En las clases medias y altas el consumo es “recreativo”, “responsable”. Los pobres sin embargo “caen” en las drogas. La Justicia tiene una colección de medidas de varas que se aplican al castigo de acuerdo a la escala cromática del acusado. 

Hasta anteayer era más peligroso ser consumidor que narcotraficante. La lógica punitiva es aplicada con orgullo idiota pese a los reiterados e históricos fracasos. Vigilar y castigar les enciende la lívido. Cómo les gusta señalar, cómo les excita juzgar, revolcándose en el chiquero del prejuicio.

 

LA GUERRA DEL OPIO

Debe ser mala la droga que le declaran la guerra. Guerrillera parece. Lucha desde varios frentes y nunca se sabe quién es ni quién la financia. Tan mala es que no paga impuestos ni se sabe quién la banca. Es un enemigo invisible, nos dicen. Sin embargo, todos sabemos dónde encontrarla. Está tan sucia que los grandes bancos se ofrecen a lavarla constantemente, y la política se deja financiar distraídamente mientras condena públicamente el flagelo.

Es como en la Guerra del opio, en donde Gran Bretaña imponía el consumo de esta droga a los chinos para balancear su balanza de pagos, pese a que el opio estaba prohibido en ambos países.

 

LAS DROGAS NO MATAN

“¡Las Drogas matan!” – nos gritan los castrados y viejos vinagres que no saben distinguir entre sujeto y predicado. No. Las drogas no matan. Como tampoco matan las armas. En todo caso el hombre se mata con drogas o mata con un arma. Es una cuestión de conducta. Las drogas no son ni buenas ni malas. No hay que enfocar la cuestión desde ninguna moral. Con un cuchillo puedo cortar carne o apuñalar a una persona. El cuchillo no es bueno ni malo, todo se trata del uso que yo le dé. Porque si las drogas matan entonces la guerra es contra las drogas y no contra los narcotraficantes o contra una conducta autodestructiva. La droga no nos hace nada, no es el sujeto de la oración.

La droga no es la causa de nada, en todo caso es un efecto. Un efecto buscado. Generalmente placer, en otros casos una experiencia trascendente. En todo caso la causa de todos los males haya que buscarla en una forma de vida impuesta por un sistema que incentiva el consumo ilimitado, la idiotización y banalización espiritual, para luego engordar la culpa hasta niveles mórbidos, alimentando la angustia y la depresión, que son las puertas de entrada a las drogas legales del control social psiquiátrico.

 

HAZ LO QUE YO DIGO PERO NO LO QUE YO HAGO

Nada mejor para generar problemas y conflictos que prohibir. Es como la censura. Provoca lo contrario. Nos gusta meter los dedos en el enchufe si nos dicen que no. Está en el origen de todo según el Génesis. Hay un placer casi morboso en romper las reglas, violar las leyes. De alguna manera en la prohibición está implícita la incitación. Funciona como un cazabobos. Un experimento social perverso.

El prohibicionismo no sirve para solucionar los problemas señalados por él. Sabemos sobremanera que cualquier cosa que esté prohibida podemos conseguirla fácilmente. Las consecuencias de esto son las mafias dedicadas al tráfico, la connivencia de las fuerzas de seguridad, la justicia y la política con estos nichos de poder y recursos, y la falta de control de calidad unida a las consecuencias sanitarias derivadas de esto. En definitiva, el prohibicionismo no es parte de la solución, es parte del problema. 

 

También hay una exacerbación de todo lo negativo. Desde esa fijación surgen las políticas punitivistas. Y como ya se dijo, hay drogas que tienen impunidad diplomática. Las otras son sazonadas con el veneno judeo-cristiano de la culpa y el castigo. 

Nada se dice del placer porque a los castrados les asusta el placer, les da culpa. No entienden que si no hay placer no habría consumo. Son como curas dando consejos de matrimonio. Hablan sin saber. Juzgan desde el prejuicio. Anteponen la excepción a la regla.

La ignorancia y la desinformación alimentan la maquinaria repetitiva para que todo siga como está. En pleno siglo XXI las políticas con respecto a las drogas están teñidas de oscurantismo medieval, la inquisición de las almas y los cuerpos sigue vigente en nombre de una moral corrupta y delictiva, mientras el mundo es administrado por aquellos que violan todas las leyes que obligan a cumplir a otros.

Es demencial. Pero en definitiva este es el manicomio en donde nos tocó vivir.

  

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