EXTRAÑAS FORMAS DE LA REPRODUCCIÓN II
06/09/2020
Por ANDRÉS GARCÍA
Cuando el sol se posó sobre el trópico, removieron la tierra y sacaron a Gaia junto al crío que estaba aferrado a su panza. Desprendieron la tierra que se adhería a las raíces que salían de ambos cuerpos como pelos sucios. De a poco fue saliendo de su letargo al igual que el nuevo terráqueo. De a poco fue recordando el gozoso revuelque en el lodo con Zumia, sus mutuas raíces fundiéndose en un sopor extásico que la sumió en un sueño profundo bajo el barro. Había atravesado el sueño cósmico casi sin darse cuenta.
Ella lo bautizó en voz alta y las comadronas separaron a Bedel de la panza de su madre, y cortaron la gruesa raíz que los unía por el nudo del medio. Gaia lo bendijo y le dio néctar de su colmena madura. Luego peinaron sus diminutas raíces y sumergieron al nuevo tubérculo en el pantano donde crecería rápido.
Gaia se reunió con los suyos y dieron gracias a Zumia por ser semilla y abono.
