VILLA GESELL, CROMAGNON Y EL COMETA HALLEY

VILLA GESELL, CROMAGNON Y EL COMETA HALLEY

17/02/2023 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

 

 

 

 

 

 

 

Por ALEJANDRO PASCOLINI

               El asesinato de Fernando Baez Sosa el 18 de enero de 2020 en la localidad Balnearia de Villa Gesell trajo a mi recuerdo una escena de cuando tenía sólo 10 años en un colegio porteño del barrio de Versalles.

Corría el año 1985 y tenía como hábito incómodo agarrarme a trompadas con muchos de los compañeros escolares tanto de mi quinto grado como  de los grados siguientes (sexto y séptimo) 

El resultado final de las peleas era aleatorio pero su común denominador era que estaban regidas por el principio de nunca pelear con alguien de menor edad a la mía.

Mis compañeros al ser testigos permanentes de este oficio tormentoso organizaron una pelea con un muchacho dos años mayor que yo (diferencia que a esas edades marca una superioridad física considerable) a los fines de alegrar morbosamente los rutinarios días de una escuela primaria de la década de los ochenta.

La gestión pugilística en principio consistió en rumorearle a Diego que yo pensaba que él no tenía las agallas necesarias para enfrentarse a intercambiar golpes en una plaza cercana a la institución.

Lo mismo se me comunicó a mí en un discurso que con los años distinguí tan tendencioso y contradictorio como lo necesita toda mentira.

La cuestión fue que empujados de un lado y del otro, tanto yo como mi oponente sucumbimos a la presión de tener que ir a la plaza de Versalles a demostrar que no teníamos miedo. 

Por mi parte, más que temor lo que sentía era cansancio y hastío de tener que realizar otra vez la misma rutina para sostener mi virilidad. En realidad sólo quería volver a mi casa y seguir estudiando sobre el cometa Halley que en ese año acercaba su órbita a nuestro planeta. Me fascinaba que en el cielo existiese un cuerpo que cada 75 años cumplía el pacto de pasar por un mismo lugar, en un ritual lejano y luminoso. Quizás porque anhelaba que ese código tan respetuoso reinase entre los seres que me rodeaban.

El encuentro fue a la salida de la escuela una tarde soleada y calurosa.

Varios compañeros arengaban mi apellido y nadie el de él, seguramente porque el que necesitaba más ánimos para la contienda era yo ya que, como comenté antes, mi edad y mi cuerpo se encontraban en clara desventaja. 

Diego me agarró en una clásica toma de Judo e intentó hacerme caer pero lo que no sabía era que hacía años que también practicaba esa disciplina por lo cual no logró cumplir su objetivo.

Ante el supuesto fracaso de su técnica pude observar como el grandote se daba vuelta y se dirigía cansino y ordenado hacia un automóvil donde lo esperaba una señora que lo retaba (seguramente la madre).

Mi actitud heroica y eufórica frente a la victoria se coronó con la frase “No tenés huevos”… sólo para darle un cierre apoteótico al evento con la consabida aprobación exultante de la concurrencia.

Promediando mis cuarenta años nos reunimos en una parrilla antiguos compañeros de escuela. Avanzada la noche, una de mis ex compañeras me comentó que en la masacre de Cromagnón falleció un alumno de la institución pero de un grado superior al nuestro. Cuando le pregunté su nombre me dijo: “vos no lo conocías, se llamaba Diego Maggio”. “Claro que lo conocía” – respondí; “un día nos peleamos no me acuerdo porqué”; y agregué a los allí presentes: “Maggio después del entuerto me llamó aparte para hablar y me dijo: no sabía qué hacías Judo, se nota, intenté hacerte caer pero siempre te mantuviste en posición, seguí con eso, sos bueno”. 

En el mismo momento que relataba esto un pensamiento me sorprendió como una toma de Judo y caí en la siguiente afirmación: él era mucho más grande que yo, si hubiera querido con un cachetazo me dejaba en el suelo pero prefirió no hacerlo. Siempre pensé que había ganado la pelea pero ahora pienso que la verdad era que él no quiso aprovecharse de su condición y prefirió irse sin lastimarme.

Así como los ocho muchachos en Villa Gesell abusando de su superioridad numérica mataron a Fernando, la corrupción y la impunidad de políticos, policías e inspectores y la indiferencia general (sentimiento tan parecido a la estupidez) mataron a Diego y a 193 personas más.

Maggio, como tantas otras personas, me enseñó que para pelear la condición es no abusar de nadie. O mejor aún, que una vida digna significa pelear para que quienes intentan someter a un indefenso queden definitivamente fuera de juego.

Ustedes saben que el recorrido de un cometa se debe a que cae permanentemente, siendo esa caída la causante de su movimiento continuo.

El cometa Halley seguramente tardará muchos años en volver pero al igual que él, yo retornó siempre a la misma posición, a la que Diego Maggio consideró que era la correcta: nunca caer, o para ser más precisos, saber caer para poder levantarse y seguir avanzando.

  

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