LOS INMUNES DE SIEMPRE

          La idea del Fin del Mundo está ligada a la de su Origen, con el sello eterno del pecado. Los jinetes del Apocalipsis nos visitan cada tanto anunciando lo inevitable. Pero la postergación constante de ese Juicio Final, alimenta el suspenso y la intriga de esta tragedia judeo-cristiana. La amenaza bíblica para amedrentar pecadores, que nunca se termina de concretar, sigue arrasando taquillas.

Lo mismo ocurre con la reiterada anunciación el fin del capitalismo. Los ingenuos se preparan una y otra vez para el acontecimiento. La pandemia del Covid-19 no hizo más que instalar esta idea. Pero el Canibalismo Financiero se empacha con las crisis y engorda más a los dueños del mundo y sus secuaces. El feroz ajuste tan resistido nos cayó encima con ambo humanitario y preocupación maternal. La Bestia que todo lo fagocita y defeca sobre nuestras cabezas de repente tuvo un ataque de sensibilidad social, y nos encerró en casa para que una maldita gripe no atente contra la salud pública.

Es curioso ver cómo un sistema basado en la explotación, la contaminación y el genocidio silencioso, de repente estuviese tan preocupado de nuestra salud. Todos en casa, hay que hacer un gran sacrificio, la salud por sobre la economía. Pero resulta que los corderos del sacrificio siempre son los mismos. Sacrificados una y mil veces en el altar del altruismo. Los “servicios esenciales” siguen contaminando al ritmo de una caja registradora descontrolada, y los explotadores de la miseria ya no tienen que preocuparse de la bronca de la peonada. El cuatrerismo bancario y el saqueo transnacional tienen inmunidad contra cualquier apocalipsis, y el estado de excepción se asocia a los medios de comunicación, que agitan el miedo y el odio, en medio de la desesperación de los que quedaron al margen.

Un ajuste económico y un reordenamiento mundial como nunca se vio en la historia está aconteciendo, en medio de un silencio cómplice. El desempleo y la precarización laboral se presentan con esa necesidad que no tiene cara de hereje. Hay que sacrificar a millones para salvar a unos pocos de unas pocas pérdidas. Los botes salvavidas siempre están reservados para la primera clase. Los corderos esperan ser desollados con esa paciencia histórica de los nadies. Ni el sindicalismo más combativo tiene vela en este entierro. Más silencioso que biblioteca abandonada, espera acomodar su viejo engranaje al nuevo mecanismo sin enojar a nadie. Los gobiernos progres miden su tibieza en una bolsa de agua amarga, mientras interpretan sus libretos en una mímica de épica popular. Los gorilas se escaparon del zoológico para copar las calles, y el odio nos enfrenta otra vez en las trincheras de la miseria.

Volvemos a caer en las mismas tumbas de la gloria. Los sepultureros borraron la línea del horizonte para que el futuro se quede sin caminos. Caminamos en vaya a saber qué círculo del infierno, donde el pasado vuelve en su peor versión. Sin héroes, sin romanticismo, sin épica. Solo nos queda abrazarnos entre nosotros, pero puta, ni eso se puede. El Otro se convirtió en un abismo con un puente colgante donde la parca cobra peaje. El rostro invisible de un enemigo microscópico se multiplica en la paranoia de los contactos y las cercanías. La histeria hipocondríaca se agita a través de los medios con la pasión de una hinchada de fútbol en una final. La grieta senil enfrenta a los estúpidos de siempre en el Circo Romano mientras Poncio Pilato sigue lavándose las manos eternamente porque la culpa siempre es del otro. Esta deuda eterna se cobra con retroactividad e intereses compuestos a las generaciones de ese futuro que llegó hace rato.

Si no fuera tan difícil de creer uno aplaudiría el gesto noble de priorizar la salud por sobre la economía. Pero billetera mata galán popular. La única verdad es que siempre caen las mismas persianas. La inundación nunca tapa el rascacielos de los que tejen la tela. Ni un mísero impuesto de emergencia están dispuestos a pagar, ni por única vez en la mismísima historia. En represalia por esta actitud miserable y egoísta el Generoso Estado les paga la mitad de los sueldos a sus empleados, y alivia las pesadas cargas sociales que pesan sobre las espaldas de los enemigos de la humanidad. Los millonarios offshore construyen un nuevo caballo de Troya con papel prensa y el ganado camina feliz al matadero porque la culpa de todo la tiene el peronismo.

Mientras tanto Gatillo Fácil sigue libre como si nada y Uno Menos se legitima desde las tribunas de los meritócratas ortodoxos. Parecía que todo iba a cambiar y la oportunidad nos dio una patada en la boca. Difícil que el peón se coma al Rey. La batalla cultural claudicó en las galerías de los shoppings y los debates degeneraron en el vodevil del bodrio masturbológico.

La miseria humana se amplifica y queda al descubierto en los grupos Anticuarentena, que como Chirolita, son hablados por ese ventrílocuo del poder que trabaja para los profetas del odio. Son el estereotipo perfecto del sistema: egoístas, insensibles y psicópatas. Son como cloacas rotas, están llenos de mierda y contaminan su entorno. Arruinados espiritualmente, sueñan con un mundo de privilegios elitistas en donde impere la ley del Talión. Se proyectan ahí sosteniendo el látigo que los azota, y está en sus sueños más húmedos descargarlo con toda su furia sobre los más débiles y marginales.

Quién sabe qué saldrá de este experimento social, pero la limosna misantrópica no rasca una canasta básica. La estructura piramidal se mantiene inconmovible como arquetipo eterno del poder y la organización social. La Efigie nos sigue haciendo la misma pregunta una y otra vez, pero nadie se hace cargo. No es una cuestión de saber, sino de querer. Todo indica que hay algo mal parido en nuestra voluntad. Una piedra que tropieza siempre en los mismos caminos.