MICRO Y ENDOMILITANCIA GAY

MICRO Y ENDOMILITANCIA GAY

2020-06-14 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

 

 

 

 

 

 

 

Por POL PLIEGUES

              Cuando acepté que era gay, (antes no me daba cuenta) corría el año 1987, había salido de la escuela hacía solo 4 años y todavía era virgen, se suponía que había que tener sexo con mujeres y la verdad sentía mucho rechazo hacia ello, por un lado rechazaba la normalidad y por otro rechazaba la idea de tener sexo con un hombre, me sentía entre la espada y la pared, recuerdo esas noches de calor agobiante donde no se podía aguantar más las ganas que surgían desde lo mas interno de mi ser y me masturbaba quizá con una revista donde había la imagen de un futbolista que mostraba las piernas o de un deportista en cuero.

Ya de grande supe aceptarme como soy, sin antes pasar por un extenso tratamiento psicológico donde el licenciado me quería convencer sobre que esta situación de deseo anómala iba a pasar y que yo no era homosexual sino heterosexual y por ende estaba confundido, (a él se le notaba que eso nunca le iba a pasar, era mas puto que las gallinas)..

Un día, en el análisis, hablando sobre la fe y la ciencia, se me ocurrió que si Dios me había hecho así, para algo era… ¿Para qué? Si quería que me suicide era mejor que me lo diga, o que sufra, o que desperdicie mi vida, o ¿qué mierda querría este señor superpoderoso que sabía todo de mi vida y obra, y hasta sabía que iba a morir y cuándo?, porque Dios todo lo sabe, entonces recuerdo haberle dicho al analista, “Si quería que esté con mujeres me hubiera implantado el gusto por las mujeres”. Entonces pensé, “Él quiere que yo esté con hombres, y tanto la cultura como el entorno social que me rodea está equivocado”.

Ni lerdo ni perezoso fui en busca de mi primer encuentro sexual, que como había salido de la intersección de las calles Gallo y Beruti en pleno “Villa Froid” (así le llamábamos a ese barrio lleno de psicólogos, era Palermo o barrio norte, decirle Palermo era bajarlo de categoría en ese particular momento de los ´80 en la ciudad de Buenos Aires), y para volver a mi departamento debía tomar el subte hasta la estación Plaza Italia. Decidí ir caminando por Avenida Santa Fe, (un tiempo después me enteraría que cada vereda de esa avenida recibía un nombre distinto, la vereda de la Santa o la vereda de la Fe, la de los que estaban en pareja y no querían ningún encuentro y la de la Fe, que sí querían encontrarse con alguien para conocerse). Sin darme cuenta estaba caminando por la vereda de la Fe, es así que entablé conversación con un muchacho con el que minutos después terminamos en mi cama totalmente desnudos y transpirando al ritmo del famoso mete y saca.

Había recién cumplido 23 años y tuve mi primera relación sexual consentida, conciente y disfrutable de mi vida, me liberé y comprendí en un segundo lo que me tenía a mal traer durante tantos años.

Pocos años después de haber recuperado el tiempo perdido en materia sexual me puse en pareja con un muchacho muy interesante del que conservo buenos recuerdos. La cosa no duro mucho, cuatro años, pero lo llevaba a mi casa materna, compartíamos momentos familiares juntos, vacaciones, salidas, convivencia y muchos gustos en común. Terminada la relación todo mi entorno se enteró que me había peleado, hasta había compartido navidades y años nuevos con familiares que veía solo en esas ocasiones, esa familia ampliada que solo vemos en casamientos, velatorios, entierros y fiestas navideñas. Al año de estar saltando de cama en cama y de departamento en departamento y ya cansado de tanto orgasmo con afecto restringido, por casualidad y sin haberlo planeado me encontré con alguien raro, distinto, alguien con quien quedé pegado.

Recuerdo todavía el cimbronazo que me trajo esa punta de lanza en el pecho que nos unió a los dos (y la recuerdo porque hace muy poco, cuestión de días me pasó lo mismo casi treinta años después). Casi ese mismo día comenzamos a vivir juntos y a estar más pegados que siameses. Qué voy a contar, pasó lo mismo que con el anterior (salidas, estar siempre juntos en casa de mi familia, etc, etc, etc).

Y ya había pasado un año, cuando comencé a preguntarme qué hacía en el mismo analista (que ya llevaba facturándome más de seis años casi un auto de alta gama), estaba harto de pagar y el seguía con el estribillo  de que yo era heterosexual. Lo mandé a la mismísima mierda y dije, “bienvenido al autoanálisis”.  Era feliz enserio, pocas veces había sentido eso en mi vida, mi adolescencia fue un trauma desde principio a fin, un calvario por varios motivos, no solo porque sentía adoración por la entrepierna masculina y ni yo me daba cuenta, (recuerdo haberla estudiado desde todos los ángulos y en todos sus intersticios) sino por motivos familiares, sociales, económicos y culturales.

En ese momento sentía tanta felicidad que me surgía a borbotones la necesidad de contarlo ¿Pero a quién? A quienes mas quiero por supuesto, eso era a mi familia, a mis amigos mas cercanos y a los conocidos. Entonces había que salir del closet, (en aquella época esta frase no tenia sentido, no existía o simplemente no la conocía). Sin prejuicios y con la más absoluta normalidad le conté a mis cuatro mejores amigos de la secundaria que seguía viendo, salieron corriendo espantados y me quedé sin amigos mientras sentía la angustia de saber a ciencia cierta que esos no eran amigos, es el día de hoy que siguen en la misma, pero claro, esa es otra historia.

Le conté entonces a mis amigos del trabajo que ya había dejado de ver pues había comenzado un emprendimiento propio, también salieron corriendo espantados, (siempre pensaban lo mismo, que me los quería transar a ellos, se creían lindos parece, o por lo menos apetecibles para mi, bastante equivocados estaban). Solo uno entendió y fue porque también hacía análisis psicológico. Allí caí en la cuenta de que esto era complicado y que había que tejer toda una estrategia, no solo para mi sino también para todo el colectivo homosexual pues en esa época fui enjaulado en varias comisarías de Palermo y del centro, solo por conversar con alguien en la avenida Santa Fe, o por estar bailando en un boliche gay, o por estar en un auto a los apretones en los bosques de Palermo o cuando pasé al lado de un policía que estaba un despelote total y se me escapó “que fuerte que estás”, (él estaba con otro policía). Cuando me sacó de la jaula me pidió perdón y me explicó que tuvo que hacerlo por el otro, me dijo que quería acostarse conmigo y desde esa primera vez no paré de estar con uniformados de todos los colores, rangos y fuerzas distintas, todo un hallazgo por una imprudencia.

En esa época, fines de los ´80 principio de los ´90, existían los edictos policiales, y la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) luchaba por abolirlos, tenía abogados que nos sacaban de la cárcel, de las comisarías y nos ayudaban legalmente, todo esto a escondidas de nuestras familias y amigos heterosexuales.

La estrategia:

Había que convencer y explicar que se podía ser feliz y amar a un hombre de la misma manera que a una mujer en una relación heterosexual, sin que les agarrara un ataque de pánico o de ira, y esa explicación requería de distintas estrategias para cada tipo de persona. No es lo mismo un familiar mujer que un familiar hombre, tampoco un amigo o una amiga ni un compañero de trabajo o de estudio. Fue muy complejo tejer un chaleco distinto para cada espécimen humano con el que me relacionaba.

A este tipo de militancia la llamé: Micromilitancia y endomilitancia, “micro” porque era trabajo de hormigas y “endo” porque no salía de mi grupo afectivo. No solo yo encarné este trabajo sino que lo hicimos entre casi todos los que así pensábamos, y eso se replicó. A todos nosotros nos llevó mas de 10 años de nuestra vida, familiar por familiar, amigo por amigo, compañero por compañero, había que explicar todo de nuevo.

Explicar que no siempre se consideró mala la homosexualidad en la historia, para lo cual hubo que estudiar historia de la homosexualidad, filosofía y sociología, combinada con algo de psicología. Que el amor es amor, que la familia se construye desde el amor, el afecto y el cuidado y que el sexo no es lo mas importante, que si se puede amar a un padre o a un hermano también se puede amar a un amigo, y que el sexo constituye una parte y un “arte” importante del todo, pero no es todo, es solo parte del mismo y que si tomamos un día de la vida de una pareja, el sexo ocupa cinco minutos por la mañana y algo parecido por la noche, y que si veían mal eso es porque no se habían puesto a pensar en ello.

En ese doble frente por el que supimos avanzar, por un lado de forma institucional y por el otro agrandando la base afectiva y aceptativa propia de nuestras relaciones, es que a finales de los ´90, el primer Jefe de Gobierno de la Ciudad, Fernando De la Rua, deroga los edictos policiales y ya no podían arrestarnos por cualquier cosa, por lo que comienza la etapa de visualización pública, de exposición. Teníamos a nuestros amigos heteros y a nuestro grupo intimo explicando a los demás que no era un delito, que no estaba mal, que no era condenable y que nos conocían y no se habían dado cuenta. ¿Por qué debían cambiar los sentimientos?

De allí en más la crisis institucional, social, económica y religiosa que sufre el país a causa de los mismos de siempre, pone en jaque todo, desde la ética hasta los valores morales y religiosos (a la curia se la descubrió practicando la pedofilia), los militares tenían sexo con hombres desde siempre y ya esos valores machistas que ellos tan orgullosamente exhibían habían sido vilipendiados por ellos mismos en la guerra de Malvinas: torturas, robos y vejaciones a los soldados hermanos de nuestra patria, habían terminado con la moral por el piso y todos descreíamos de ellos como resguardo de la moral.

Por otro lado comienza una etapa de comunicación mucho mas rápida, aparece Internet y las noticias vuelan, nos enteramos de todo instantáneamente, nos relacionamos más rápido y comenzamos a tener más conocidos y estar mas conectados (los grupos de chat Gay fueron los primeros grupos de conversación en Internet, antes que existieran Facebook).

Eso ayudó a visibilizar que había otras formas de vivir, el dólar barato en los ´90 dio la posibilidad a muchos de nosotros de viajar al exterior, países como Holanda, Francia, Italia Grecia, Estados unidos estaban ya mucho mas avanzados y aceptaban (no sin marchas atrás, asesinatos de odio y cosas aberrantes que todavía hoy suceden), la existencia de los homosexuales.

Es en el 2003 donde se construye otra mayoría que fue una suma de las minorías que siempre habían sido avasalladas y que termina con la aceptación de las diversidades sexuales, la institucionalización del matrimonio homosexual y la adopción por parte de parejas homosexuales.

Después de todo cualquier hétero tiene un hijo al que descuida, es mejor una familia no tradicional que lo quiera. A ese desastre heterosexual que surge en un momento de calentura, que después arruina las vidas de las dos personas que participaron de un hecho fortuito, que dio como resultado una vida que debería tener el derecho a ser querido y amado por sus progenitores, como lo hace cualquier pareja que desee amar, sea del signo que sea.

  

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