LA ESCUELA MATA

VERDAD NÚMERO UNO:

Ir o no ir a la escuela resulta irrelevante (y mientras en la escuela se sigan enseñando las pelotudeces que se enseñan, hasta diría contraproducente). El “saber” es excitación, movimiento constante, frenesí, vértigo, psicodelia, alucinación. Nunca es un aula. Nunca un profesor iluminado. Nunca pupitres. Nunca uniformes. Nunca manuales. Nunca programas curriculares de cumplimiento obligatorio. Nunca preceptores. Nunca directores. Nunca regentes. Nunca reunión de padres. El “saber” es telaraña, laberinto, curiosidad. El “saber” no es “saber saber”. El “saber” es “saber relacionar”. El “saber” SABE perfectamente que ir o no ir a la escuela resulta irrelevante.

VERDAD NÚMERO DOS:

La escuela es una cárcel. Una cárcel purificada. Una cárcel blanca. Una cárcel luminosa. Una cárcel que te enseña a naturalizar la cárcel. La cárcel cárcel, la escuela cárcel, la vida cárcel. Porque al mismo tiempo que se enuncia que las cárceles sirven para “resocializar”, se afirma (y recontra afirma) que si no pasás por la escuela estás incapacitado para “vivir en sociedad”. La escuela y la cárcel se plantean (cuanto menos discursivamente) el mismo objetivo de máxima: “vivir en sociedad” ¿Vivir en sociedad? ¿Y qué quiere decir “vivir en sociedad”? Simple: Vivir en sociedad igual vivir tranquilo (adaptado). “Vivir tranquilo (adaptado)” igual a “nunca molestar al poderoso”, “nunca alterar el orden establecido” , “nunca pensar más allá de sus reglas”, “vivir tranquilo, adaptado” igual “vivir anestesiado” , “vivir tranquilo adaptado, igual vivir anestesiado”. “Vivir tranquilo adaptado igual vivir intrascendente”. “Vivir tranquilo adaptado, igual no vivir”. “Vivir tranquilo adaptado, igual morir en vida”. La cárcel mata. La escuela también.

VERDAD NÚMERO TRES:

La escuela no hace más que formar “normales”. La escuela no puede formar otra cosa. “Formar” es un verbo. “Normal”, un adjetivo. Nunca un verbo y un adjetivo fueron tan interdependientes. Nunca un verbo y un adjetivo fueron tan “el uno para el otro”. Formar “anormales” es imposible. Los “anormales” no se forman. Los “anormales” son deformaciones. Los “anormales” que fueron a la escuela son “anormales” pese a ello y no gracias a ello. La escuela es una fábrica de arcilla.

VERDAD NÚMERO CUATRO:

Estudiar en una escuela del Estado es venderle tu vida a papá Leviatán. Venderle tu existencia. Entregar devenir, a cambio de progreso. Educarte patriarca. Educarte patriota. Educarte soberano. Una escuela del Estado es moral oficial, amor oficial, respeto oficial, pobreza oficial, humildad oficial. Una escuela del Estado es oficial, suboficial y comisario. Una escuela del Estado es comisaria. La excusa perfecta para que el señor diputado J.R. enjuague su alma y se revele a sí mismo “ser de luz”. La excusa perfecta para que votemos  al señor diputado J.R., que harto de ser diputado quiere ser gobernador. Porque no hay diputado J.R. (candidato a gobernador) sin foto, sin video, sin discurso, sin beso en cachete de pibe de doce años, sin placa homenaje, sin slogan, sin promesa, sin directora chupamedia ofreciendo “cafecito”, en escuela del Estado. Una escuela del Estado es el tótem/fetiche/relicario del progresismo cristiano, del progresismo cristiano que se cree “laico”, que se cree “racional”, que se cree que sus ritos (que sus espantosos ritos burocráticos) son algo muy diferente al “evangelio según San Marcos”. Una escuela del Estado es el Estado adoctrinando súbditos.

VERDAD NÚMERO CINCO:

Una escuela privada es una ONG. Una patética ONG administrada por curas, monjas u otros millonarios con alteraciones sexuales que – precisamente – caracterizan a los curas y a las monjas. Un negocio, tremendamente rentable, especialista en la organización de campamentos. Una escuela privada es (y será por siempre) la musa perfecta de Cris Morena. Nunca lo olvidemos: no hay Rebelde Way sin escuela privada. Una escuela privada es una kermesse administrada en conjunto por Ned Flanders y Miguel Del Sel. La cantera más fértil de jugadoras de hockey racistas, anoréxicas, bronceadas y elaboradas en serie y jumper. El Leviatán con corbata. La corbata precoz que te prepara para ser eternamente un carnero. Un carnero prolijo. Un carnero perfumado. Un carnero Romney Marsch. Un carnero Polwarth. Un carnero Champagnat High School Newman Northlands. Un carnero Saint George Saint Cheto Saint Mierda Saint Carnero. Un carnero orgulloso de ser carnero. Una escuela privada es una caricatura del mal gusto de la “escuela que forma normales”. Su variable más grotesca. Su ridiculización. Su sátira.

VERDAD NÚMERO SEIS:

Los profesores de música son todos violadores.

VERDAD NÚMERO SIETE:

En el capítulo III (423c – 424c) de su libro “La república”, Platón – a través de Sócrates – afirma que “una buena educación hace a los hombres más moderados; característica que genera que puedan recibir con mayor facilidad nuestras directivas”. Sentencia Pitágoras: “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Aristóteles fue maestro de Alejandro Magno.

VERDAD NÚMERO OCHO:

Estudiar en “el nacional buenos aires” o en “el carlos pellegrini” no te hace más inteligente. No seas ridículo. O en su defecto, ridícula. A veces (muchas veces) sos – apenas – lo más estrictamente parecido  a un miembro del Rotary Club.

VERDAD NÚMERO NUEVE:

Cambio mil estudiantes/compañeros críticos por sólo uno que se atreva a destruir. Promover “pensamiento crítico sin destrucción” es equivalente a promover diplomáticos de izquierda. Decir que la única crítica válida  es la “crítica constructiva” es una trampa (tan patética como el pacifismo). Implacable domesticación progresista, panóptica militancia infantil: el pragmatismo precoz es incurable.

MAXI POSTAY,  SODA CÁUSTICA, EDICIONES AULA 28.