VOLVER A CASA

VOLVER A CASA  

   Sentí como un vértigo cuando me levantaron del asiento trasero del auto. Como si despegaran mi cuerpo del alma, que jugaba a la pelota en lo que luego me pareció un sueño. Se volvieron a abrir mis pesados párpados mientras andaba a caballo. Me di cuenta de que iba a upa de papá porque lo abracé fuerte. El ruido de las llaves, la puerta que se abre con los ladridos del perro, la voz en murmullo de papá y mamá, que cabecea para no hablar. Mis ojos siguen cerrados como cortinas de acero, haciendo fuerza para que el sueño se quede. Otro vértigo y estoy en la cama. Mis zapatos salen de mis pies y vuelan hasta caer por ahí con un ruido de madera y juguetes. La ropa se rebela para escaparse de mi cuerpo. Primero los pantalones, que se traban en mis tobillos y tironean hasta desprenderse. Luego el buzo, que levanta mis brazos colgándolos y soltándolos y luego se enreda en mi cara tirando un poco de mis pelos, como despidiéndose. Las medias se deslizan en silencio acariciando mis pies. Las sábanas se inflan y caen como una carpa desarmada sobre mi relajo. Un beso húmedo bendice mi frente y todo se hace más oscuro. Mis piernas se estiran y los pies se roban el frío secreto de las sábanas. No hay nada más feliz que eso.

ANDRÉS GARCÍA