EL DESIERTO DE ROCA

EL DESIERTO DE ROCA

30/08/2020 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

 

 

 

 

 

 

 

Por ALBERTO MORLACHETTI

QUE CIEN AÑOS FUE AYER

Alberto Morlachetti nació en Córdoba, pero se crió en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Sociólogo, hilvanó la realidad social con la cara estelar de la intensidad de la vida, más que de los ámbitos académicos donde fue titular de Teoría Sociológica de la Univ. Nacional de Bs As. Fundador de la obra Pelota de Trapo en la que por más de treinta años trabajó con niños y jóvenes en situación de pobreza. Este escrito nos muestra que la historia del exterminio o del desprecio puede ocultarse muchos años en los infinitos pliegos del olvido. La memoria puede estar silenciosa un tiempo, pero cuando despierta sus efectos pueden ser devastadores. Morlachetti falleció el 20 de abril de 2015. Desde la bolsa de gatos, en la redacción de El Nido del Cuco levantamos nuestras copas de leche a su memoria, no importa donde esté. Un hombre valiente que rescató a los más débiles, a los eternos maltratados, a las víctimas de un destino marcado. Un imprescindible.

 

EL DESIERTO DE ROCA

La oligarquía, un estrato gerencial, custodiaba y legitimaba la colonización. Una vez independizadas nuestras sociedades, el carácter exógeno de esas clases dominantes forjadas en el período colonial y sus propios intereses, las indujeron a continuar rigiendo sus países como cónsules de otras metrópolis.

Sarmiento y Alberdi fueron ideólogos de ese modelo del país agro-exportador que se consolida a partir de 1880 en el marco del desarrollo capitalista y contribuyeron a dar racionalidad a un proyecto que respondía a los intereses minoritarios de porteños y provincianos ligados a Inglaterra y Francia dentro de la lógica de la división internacional del trabajo, en el fluir permanente de manufacturas, capitales y productos primarios. Esa racionalidad contemplaba la exclusión de los pueblos originarios, negros y mestizos, por considerarlos un obstáculo del crecimiento. La oligarquía criolla, alienada y hostil, adoptó un proyecto nacional, la sustitución de su propio pueblo por europeos. Un país de pueblos transplantados, como expresa Darcy Ribeiro, poseedor de virtudes y progresos por el sólo hecho de ser europeos.

Ante ese destino de sumisiones, hubo utopías contrarias: el sueño del Inca que no quería que nos roben más las mieles de nuestros panales. En 1781, cuatro caballos iniciaban el tiempo de las cuatro siembras. En el sur, Sayhueque anda sembrando rebeldías en el ‘País de la manzanas’ y no acaba de morir. La idea de que los latinoamericanos no somos europeos, ya había encontrado en el siglo XVIII y XIX impulsores enérgicos, sobre todo entre los voceros de comunidades tan visiblemente no occidentales como los descendientes de lo indigenas y de los africanos. Los grandes enclaves indígenas de nuestra América que en algunos países son mayoría, además de herederos directos de las primeras víctimas de lo que Martí llamó ‘civilización devastadora’, sobreviven a la destrucción de sus naciones como pruebas vivientes de la bárbara irrupción de los europeos en estas tierras.

El mismo Martí escribia en 1891: “Cree el soberbio que la tierra fue hecha para servirle de pedestal, porque tiene la pluma fácil o la palabra de colores, y acusa de incapaz e irremediable a su república nativa”.

Sin embargo, para nuestros próceres, la población natural de América debía ser descartada como factor de evolución social. Alberdi en su autobiografía nos dejaba algunas imágenes literarias: “Somos, pues, europeos por la raza y por el espíritu, y nos preciamos de ello. No conozco caballero ninguno que haga alarde de ser indio neto”. Para agregar: “A la Europa debemos todo lo bueno que poseemos, incluso nuestra raza, mucho mejor y más noble, que las indígenas, aunque lo contrario digan los poetas, que siempre se alimentan de la fábula”.

Sarmiento, profesando la misma fe, escribía: “Las razas fuertes exterminan a los débiles, los pueblos civilizados suplantan en la posesión de la tierra a los salvajes, esto es providencial y útil, sublime y grande. Dentro de quinientos años la raza europea con sus artes, su ciencia, sus progresos y su civilización, ocupará la mayor y mejor fracción de la tierra, por el mismo principio que hace 300 años la España ocupó la mayor parte del nuevo mundo.”

Para Alberdi y Sarmiento, en consonancia con los filósofos eurocentristas, los protagonistas del progreso serían los europeos, la ‘población eficaz’, frente a la impotencia congénita de los naturales de América. Aunque Hegel manifestaba que los inmigrantes eran ‘las barreduras de Europa’, lo que sobraba del continente, ellos estaban signados a conducir nuestros destinos. El prestigioso historiador boliviano del siglo XIX Gabriel René Moreno, consideraba al indígena y al mestizo ‘celularmente incapaces de concebir la libertad republicana’. Para Hegel, ‘a los europeos les tocará hacer florecer una nueva civilización en las tierras conquistadas’, para agregar que ‘hará falta un buen lapso de tiempo para que el europeo consiga despertar en ellos un poco de dignidad’.

Afirmar que la razón está del lado de la civilización europeizante y blanca, mientras que otros sistemas de vida son síntomas de una barbarie casi animal, es sólo una operación ideológica de simplificación y polarización de la realidad, escribe Susana Rotker. Había que conquistar el desierto, por cuya extraordinaria fertilidad pelearon ganaderos y militares, empezando por el propio Rosas. El exterminio de los pobladores nativos, la consolidación del latifundio, la desaparición del gaucho; nada de eso tuvo origen en un yermo estéril, así sea mera alegoría de barbarie.

Roca, va a ungir a los señores de la noche, ‘los capitanes del desespero’, diría Mutis. Inventa el Desierto y su Conquista, que comienza en 1878, iniciando en todo el país al solución final: el exterminio, entre otros pueblos, de Mapuches, Tehuelches, tobas, Wichis, Guaraníes. El 29 de abril de 1879 parte desde Carhué, al frente de miles de soldados equipados con la mejores armas que disparaban pena de muerte a repetición contra los dueños de las tierras, matando a miles de hombres, mujeres y niños, empujándolos a la frontera o confinándolos en pequeños territorios para que se extingan.

Según Ignacio Oddone, la conquista del desierto, verdadero genocidio, sirvió para que entre 1876 y 1903, el Estado Nacional pasara 42 millones de hectáreas a 1.843 personas que se adueñaron de la tierra, o sea más de la tercera parte de la tierra de los territorios nacionales. Mientras los ‘pobres y buenos milicos’, según Manuel Prado, uno de los comandantes de Roca que llevaron a cabo el exterminio, ‘no hallaron – siquiera en el estercolero del hospital – rincón mezquino en que exhalar el último aliento’.

La campaña de Roca fragmentó a la familia indígena, provocando la muerte de la mayoría de los hombres y la remisión de mujeres a la Capital donde era incorporadas al servicio doméstico, en el mejor de los casos. Familias enteras prisioneras enviadas a Buenos Aires donde se separaban a los padres, las mujeres y los niños.

En el diario El Nacional de Buenos Aires, el 20 de marzo de 1885, se podía leer: “Llegaba un carruaje a aquel mercado humano, situado generalmente en el Retiro, y todos los que lloraban su cruel cautiverio temblaban de espanto. Toda la indiada se amontonaba, pretendiendo defenderse los unos a los otros. Unos se tapaban la cara, otros miraban resignadamente al suelo, la madre apretaba contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruzaba por delante para defender a su familia de los avances de la civilización, y todos espantados de aquella refinada crueldad, que ellos mismos no concebían en su espíritu salvaje, cesaban por último de pedir piedad a quienes no se conmovían siquiera, y pedir a su Dios la salvación de sus hijos”.

Agregaba el periódico que lo que se hacía era inhumano: “…pues se le quitaba a las madres sus hijos, para en su presencia y sin piedad, regalarlos, a pesar de sus gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigían”.

Andrés Rivera escribe: “Una risa larga y trastornada cruje en mi vientre, que hoy es la noche de un día de junio, y que llueve, y que el invierno llega a las puertas de una ciudad que exterminó la utopía pero no su memoria”.

Durante los años 1879 y 1880, la Sociedad de Beneficencia de la capital manifiesta en su memoria (1823-1909) que “la acción de la Sociedad estuvo también consagrada a la colocación de los cautivos redimidos del poder de los indios”, de los indios tomados o convertidos en misiones cristianas. También su colocación entre las familias que querían tomarlos bajo su guarda. Con el propósito de difundir entre esos desgraciados ideas de moral, y de obediencia a las leyes.

El destino de las niñas indígenas estuvo signado por la servidumbre en las grandes familias bonaerenses. Las expediciones militares a la frontera interna garantizaban una generosa distribución de chinitas para criadas de antecocina o de patio. Godofredo Daireaux escribe que muchísimos niños indios fueron entregados a las familias que los pidieron, quedando en ellas como sirvientes. No deja de señalar que ‘a la larga siguen siendo indios, como por atavismo: indio ha sido, indio había quedado’. La servidumbre indígena era una pena natural de la “civilización”, y sólo se acababa con el fin de la vida.

Acaso hubiera que callar al indio, al negro que se lleva adentro, en la sangre, o los gritos de dolor por los hijos, la identidad y esas vidas que no terminan de acabar. Es el olvido que no hemos construido: resucita en cada generación.

  

Últimas Publicaciones

14/12/2023 Desactivado

DURMIENDO CON EL ENEMIGO

Por ElNidoDelCuco

Por ANDRÉS GARCÍA           Empecé el año escribiendo sobre lo que significó para los argentinos el mundial de Qatar 2022. Creo que nunca habíamos visto un…

14/12/2023 Desactivado

ESCRIBIR PARA QUE NADA SIGA IGUAL

Por ElNidoDelCuco

        Por ARIEL STIEBEN”Maldita sea, Cali es una ciudad que espera, pero no le abre la puerta a los desesperados”. Andrés Caicedo, Piel de verano.          Toda la obra…

14/12/2023 Desactivado

LA UTOPÍA DEL FUTURO

Por ElNidoDelCuco

Por FACUNDO GARCÍA PASADO Estamos empezando la pesadilla consciente del gobierno libertario sin entender cabalmente qué es lo que nos pasó para llegar a esto. Apenas sabemos que no hay…

14/12/2023 Desactivado

LA PSICOHISTORIA

Por ElNidoDelCuco

EDITORIAL           A Hari Seldon lo conocimos en persona, en el primer capítulo del primer libro de la saga “Fundación” de Isaac Asimov. Había nacido en…

14/12/2023 Desactivado

PREJUICIO, ENVIDIA Y EL HUMOR ESTERIL POSMODERNO

Por ElNidoDelCuco

Por ALEJANDRO PASCOLINI               El sociólogo alemán Norbert Elias en su obra “Ensayo teórico sobre las relaciones entre establecidos y marginados” (1), afirma que…