Y NOS VAMOS VOLVIENDO TECNOS…

Y NOS VAMOS VOLVIENDO TECNOS…

04/06/2019 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

 

 

 

 

 

 

 

Por SERGIO DI BUCCHIANICO

“En una sociedad tan intensamente industrializada, la gente está condicionada para obtener las cosas más que para hacerlas; se le entrena para valorar lo que puede comprarse más que lo que ella misma puede crear. Quiere ser enseñada, transportada, tratada o guiada en lugar de aprender, moverse, curar y hallar su propio camino. Se asignan funciones personales a las instituciones impersonales.”

  Ivan Illich

             Reconocer ser un neófito en cualquier aspecto de la actividad humana suele ser no solo frustrante, sino que puede funcionar como un disparador de discursos o posiciones reaccionarias, cuya argumentación solo satisfaga al ego, exacerbado precisamente por la falta de destreza en esas áreas desconocidas y recorridas hábilmente por personas con escasos conocimientos en aquellas regiones del saber, donde nosotros nos sentimos seguros, sueltos y cómodos como peces en el agua. Pero lo cierto es que rápidamente quedan al descubierto nuestras precarias habilidades, y es allí cunado apelamos a afirmaciones contestatarias- esto es para distraer, lavar cerebros, solo para tontos y cosas así- para intentar salir del ridículo que supone el manejo impropio de instrumentos correctamente manejados por los demás.

Tal es el caso de mi relación con los soportes comunicativos del siglo XXI y con el desarrollo tecnológico en general, tan vertiginoso y sorprendente como la aparición del fuego para el hombre de las cavernas, al menos en mi escaso poder de razonamiento más cercano al de un primate que al de un milenial.

Por otra parte, es sabido que para un muchacho entrado en años la mayor preocupación que generalmente lo embarga, es la de evitar transitar por los delgados senderos de esa maldita posibilidad, que es ser catalogado como viejo de mierda por el resto de sus congéneres, y en especial si estos son  cronológicamente menores, porque para contrarrestar -en vano- el vigor, la lozanía y belleza de la juventud se necesita indudablemente de las únicas armas que cuenta, quien yace encaminado hacia el inevitable destino de geronte: la buena onda, la amplitud de ideas, la aceptación incondicional de lo nuevo mas allá de sus bondades o perjuicios, y actitudes por el estilo.

Es por ello que con el afán de desafiar e impedir ese aparente porvenir, decidí husmear, curiosear acerca del tema, en pensadores que hayan hecho alguna referencia a estos tópicos que eran motivo de mi preocupación: ¿el desarrollo tecnológico y sus soportes comunicativos ayudan o atentan contra la humanidad?, para luego poder confirmar o descartar tanto mis oscuras sospechas como mis endebles y débiles certezas.

Así fue que en la búsqueda obsesiva de voces autorizadas encontré declaraciones -en relación a mis desvelos- del gran especialista en semiótica Umberto Eco, quien afirmó: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los necios” (Eco Umberto, Diario “La Stampa”), además señaló que “El drama de Internet es que ha promovido al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”. Y en una entrevista previa había dicho: “Internet es lo contrario: a los ricos que lo saben usar, les va bien; los pobres, que no lo saben usar, no tienen capacidad para distinguir”.

Estos dichos de Eco pueden sonar como cargados de elitismo intelectual, pero lo realmente evidente es que por las redes sociales suele circular información basura o falsa que puede ser adoptada como verdadera por inocentes lectores, y en ese caso “el tonto seria el portador de la verdad”, para seguir con la metáfora del filósofo peninsular; aunque lo que aparece como más relevante en sus declaraciones, es que, en el uso de Internet también quedaría manifiesta la diferencia de clases, de lo que se podría inferir que esta plataforma virtual de comunicación sería mas útil para las clases dominantes que para la gran mayoría dominada, pues las primeras contarían con un bagaje de conocimientos adquiridos -debido a su capacidad económica- que les permitiría discernir para procesar la información; en cambio los pobres –debido a su incapacidad económica- se encontrarían huérfanos de esas herramientas intelectuales, y frente a la maquinaria de infotainment podrían verse avasallados de información no procesada, por tanto desinformados, aunque saturados de noticias. “Ante todo, las redes telemáticas seguirán siendo un instrumento para una élite culturizada y joven, no para el ama de casa católica, no para el marginado al que se dirige Refundación Comunista, no para el pensionado al que convoca el PDI (Partido Democrático de Izquierda, ex PCI), no para la señora burguesa que se manifiesta por el Polo (Polo de la Libertad, coalición de partidos de derecha)”, señaló Umberto Eco en un seminario promovido por la presidencia del Senado, en Italia, a fines de enero de 1995 y publicado originalmente en L’Unità, en febrero del mismo año, y agregó: “no se ha dicho que estas redes puedan realmente permanecer acéfalas, sustraídas de todo control de las alturas, porque estamos ya en una situación de congestionamiento y mañana un Gran Hermano podría controlar los canales de acceso, ¡y entonces, olvídense de la par condicio!”. Adelantándose así, a las actuales denuncias acerca de que las redes serían un formidable instrumento de control social.

En ultimo lugar apuntó el pensador italiano: “la enormidad de informaciones que permiten estas redes podría llevar a una censura por exceso. El New York Times del domingo contiene realmente todo lo que vale la pena publicar, y no se diferencia mucho del Pravda de los tiempos de Stalin porque, dado que no es posible leerlo todo en siete días, es como si las noticias que ofrece fueran censuradas; demasiadas noticias, ninguna noticia. El exceso de información lleva a criterios casuales de destrucción o a cuidadas selecciones permitidas, de nuevo, a una élite educadísima”.

Pues bien, mas allá de las simpatías o reproches que despierten las palabras de Umberto Eco, lo que puede deducirse es que el desarrollo tecnológico en la comunicación estaría revestido por un velo de apariencia inofensiva que escondería oscuros fines de dominación o al menos de manipulación de masas; como la mayoría de los objetos producidos por el capitalismo industrial avanzado. En este sentido Herbert Marcuse en su obra “El hombre unidimensional” distingue que: “La tecnología sirve para instituir formas de control social y de cohesión social más efectivas y más agradables. La tendencia totalitaria de estos controles parece afirmarse en otro sentido, además: extendiéndose a las zonas menos desarrolladas e incluso preindustriales, creando similitudes en el desarrollo del capitalismo como del comunismo”. Esta última afirmación marcusiana inmediatamente nos transportaría al desarrollo tecnológico de Corea del Norte, por ejemplo.

En otro párrafo de la misma obra Marcuse advierte: “Ante las características totalitarias de esta sociedad, no puede sostenerse la noción tradicional de la neutralidad de la tecnología. La tecnología como tal no puede ser separada del empleo que se hace de ella; la sociedad tecnológica es un sistema de dominación que opera ya en el concepto y la construcción de técnicas”. Con lo cual se podría interpretar que el universo tecnológico seria un universo político enmarcado en un proceso histórico de dominación. Y si tomamos en cuenta la ingerencia e incidencia del desarrollo tecnológico en los discursos, en la cultura, la política y la economía configurando nuevos comportamientos y nuevas necesidades, se podría pensar que “…la productividad y el crecimiento potencial de este sistema estabilizan la sociedad y contienen el progreso técnico dentro del marco de la dominación. La razón tecnológica se ha hecho razón política” (Marcuse Herbert, “El hombre unidimensional”, Pág. 26 y 27).

Entonces, si los nuevos soportes comunicativos como Internet son el resultado del increíble desarrollo de la sociedad industrial avanzada en una etapa histórica del capitalismo, la idea del Gran Hermano global de Umberto Eco, es decir, un ojo panóptico que todo lo observa y lo controla, no estaría muy alejada de la realidad actual, ya que para la extracción de plusvalía –liquido vital del sistema- el capitalismo siempre se valió de dispositivos violentos, coercitivos y cohesivos como los aparatos represivos e ideológicos del estado -estructuras para la dominación hoy también tecno logizadas- que le permiten su subsidencia y reproducción; dentro de este esquema, Internet con su potencial disuasivo podría ser un esplendido complemento o reemplazo de los aparatos del estado antes mencionados; de lo cual se desprendería que tal vez estas nuevas plataformas comunicacionales ayuden a perpetuar las relaciones entre dominadores y dominados, cimentadas en la aceptación del control cultural y la conformidad individual, consecuencia inevitable de las transformaciones subjetivas de las masas, perpetradas precisamente por el desarrollo tecnológico de la sociedad industrial avanzada y su principal aliado: el estado.

Así las cosas, horizontes desalentadores parecen cernirse sobre el futuro humano, pero talvez entendiendo la complejidad de la modernidad en sus funcionamientos e intereses, probablemente aparezcan fisuras que permitan configurar nuevos nichos de resistencia inclusive desde las nuevas plataformas y soportes tecnológicos donde el tonto del pueblo no sea el portador de la verdad, esa verdad construida a imagen y semejanza de los intereses de los dueños del poder.

En relación a esta idea, vale la pena destacar que “…aún hoy, en pleno siglo XXI, cientos de millones de personas no han tenido contacto con Internet (de hecho, a enero de 2018 se estima que 3.572 millones de personas no tienen acceso a la red). Y muchos que, sí lo tienen, son verdaderos analfabetos tecnológicos y están presos de una tecnología que no conocen, ni pueden usar a pleno, al tiempo que devienen cada vez más en adictos sumisos, pasivos y dominados de estas nuevas tecnologías” (Acosta Alberto, “La tecnología: ¿herramienta de dominación o mecanismo de rebelión?”).

Entre otras cosas, se podría pensar también, que estas realidades tal vez habiliten un exhaustivo análisis de la modernidad tecnológica, aparentemente tan compleja como peligrosa para la elaboración de espacios libres del control social, ejercido por los sectores dominantes concentrados.

Por otro lado, acaso conocer el comportamiento del capitalismo nos introduzca en sus propias contradicciones y revitalice la discusión política -obturada por la fe tecnológica reinante- en aras de “…transformar las herramientas de dominación, como las redes sociales, en instrumentos de comunicación y organización liberadora” (Acosta Alberto*, “la tecnología: ¿herramienta de dominación o mecanismo de rebelión?”).

Por lo pronto, después de haber recorrido con atención los postulados de los autores referidos en los apartados precedentes, y de haber realizado enormes esfuerzos intelectuales para arribar a una conclusión enriquecedora, capaz de instalar una reflexión optimista, en el inmenso caudal de pesimismo que circula por el bifurcado delta de ideas que atraviesan mi estructura cognitiva, solo me queda por decir, mencionar o gritar a los cuatro vientos, como verdad irrefutable que “el tiempo pasa… y nos vamos volviendo tecno…”.       

 

*Economista ecuatoriano. Profesor universitario. Ex-candidato a la Presidencia de la República del Ecuador.

  

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