ROSA LUXEMBURGO CIEN AÑOS DESPUÉS

ROSA LUXEMBURGO CIEN AÑOS DESPUÉS

15/01/2019 Desactivado Por ElNidoDelCuco

 

 

 

 

 

 

 

 

Por REGINA SIPMAN   

Fue una de las figuras trascendentes del marxismo internacional pero, por distintas razones, su obra y su pensamiento político quedaron en el olvido durante décadas. ¿Quién era esta revolucionaria que arengaba al proletariado alemán pese a los prejuicios de género? ¿Por qué se enfrentó toda su vida al reformismo cómplice  de sus verdugos? ¿Por qué sus escritos más importantes se editaron después del Mayo Francés? ¿Porque después de la caída del muro de Berlín su legado teórico comenzó a estudiarse? Interrogantes de una vida apasionada, marcada por una revolución interrumpida.

UN ÁGUILA GUERRERA

Rosa de Luxemburgo ( Zamosc, Zarato de Polonia 5 de Marzo de 1871 – Berlín , Alemania 15 de Enero de 1919).

 

        Hoy, después de la derrota de los regímenes comunistas de la URSS y de Europa del Este, cuando, por oportunismo o por convicción, antiguos stalinistas se vuelven súbitamente democráticos, es importante no olvidar que la marxista Rosa Luxemburgo, símbolo del socialismo democrático revolucionario del siglo XX, fue incluida mucho tiempo en el Index de los partidos comunistas. Su  obra completa sólo comenzó a ser editada en la RDA a partir de la década del ´70, y aun así, pasando por el tamiz del mantra marxista-leninista. Sólo después de la caída del muro de Berlín, se detuvo la interferencia de la burocracia comunista en cuanto a la investigación académica de su obra.

Rosa Luxemburgo fue siempre una persona polémica para la izquierda biempensante. Durante su vida, los compañeros de partido le reservaron calificativos machistas, del tipo “materialismo histérico” o “vaca venenosa”. Después de muerta, fue considerada por Lenin como un águila que, cuando se equivoca, puede volar más bajo que una gallina. Una adversaria llegó, en una cumbre del mal gusto, a comparar la influencia de sus ideas en el PC alemán con el bacilo de la sífilis. La verdad es que Rosa nunca fue querida por el marxismo oficial en ninguna de sus vertientes. Sus contemporáneos en el SPD reclamaban que “la camarada Luxemburgo confunde todo”. Tenían razón, tanto sus ideas como su práctica política y su vida personal nunca se adaptaron a esquemas prefijados, incluyendo a su obra más importante, “La acumulación del capital” del año 1913.

El libro fue blanco de una catarata de críticas irritadas de marxólogos y no marxólogos, como Lenin, quien dijo: “La descripción de la tortura de los negros de África del Sur está llena de ruidos y de colores sin significado. Es, sobre todo, no marxista”. Era insoportable para los marxistas que una mujer, judía, polaca y de extrema izquierda se atreviera a criticar a Marx. La verdad es que ella no tenía intenciones de oponerse a Marx, sino de completar su teoría, a la que no consideraba como un dogma incuestionable.

En el campo del marxismo clásico, Rosa fue la única en ver que Marx no había dado una respuesta satisfactoria al problema de la reproducción ampliada del capital. De allí su crítica a los esquemas matemáticos del volumen II de El Capital, que demuestran la posibilidad de una acumulación ilimitada del capital. El punto débil de las consideraciones de Marx estribaría en su análisis del proceso de acumulación como “sistema cerrado”, compuesto únicamente por capitalistas y proletarios. Luxemburgo reconoce  que se trata de una hipótesis teórica y que, por eso, no toma en cuenta a la realidad concreta. Pero, a su entender, para una buena comprensión del problema, era necesario ir más allá de Marx para ver que el capitalismo no sólo nace en un contexto social no capitalista, sino que también se desenvuelve en ese medio, apoderándose de él y aniquilándolo o transformándolo en capitalista. Marx toma en cuenta este hecho en el contexto de la “acumulación originaria”, pero no en relación con la época del capitalismo maduro.

Ella reconoce que la hipótesis teórica de Marx de una sociedad capitalista cerrada apuntaba únicamente a simplificar el estudio de los problemas: en varios pasajes de El Capital, Marx observa que la producción capitalista no es la única existente en la faz de la tierra. Rosa desarrolla esa indicación, mostrando en su libro que, incluso en los países en los que predomina la gran industria, como es el caso de Europa, siguen existiendo empresas artesanales, campesinas ( de economía mercantil simple), que hay países donde incluso estas formas prevalecen (Rusia, los Balcanes, España , Escandinavia), lo mismo que en otros continentes donde la coexistencia entre la producción capitalista (minoritaria) y estructuras económicas que van del comunismo primitivo a formas campesinas y artesanales de producción, es una evidencia empírica. En resumen, Rosa muestra, con muchos detalles, que coexisten varias formas de producción tanto en Europa como en los países coloniales, que desde el inicio de la era capitalista se dan intercambios entre esas formas de producción no capitalista y el capital europeo y que esos intercambios son siempre desiguales y violentos.

Si a eso se le suman, a partir de inicios del siglo XIX, la exportación del capital acumulado y de inversiones hacia países no europeos – o sea, un intercambio constante con clases y países no capitalistas, buscando destruirlos para ponerse en su lugar – y gastos militares , tendremos un cuadro históricamente real del desarrollo del capitalismo.

Pero a medida que aumenta el número de países capitalistas en busca de territorios para la acumulación y a medida que estos disminuyen, se generan “crisis mundiales, guerras y revoluciones” hasta que se llega al punto que nos encontramos hoy: “La dominación absoluta y exclusiva de la producción capitalista en el mundo”.

La toma de posición de Rosa Luxemburgo – según Mario Pedrosa, “el espíritu menos eurocentrista de todos” – a favor de los países periféricos fue uno de los factores que ganó la simpatía de los socialistas latinoamericanos respecto de su obra. Para Marx, las ganancias procedentes de las colonias eran sólo un elemento, entre otros similares, que explicaban la acumulación originaria; para Rosa, las regiones no capitalistas cumplían una función necesaria para el desarrollo de las metrópolis.

La gran originalidad de Rosa Luxemburgo, nunca tomada en cuenta por el marxismo ortodoxo durante el siglo XX, consiste en haber notado que la “acumulación originaria”, con toda su gama de violencias, no se limita a los orígenes del capitalismo sino que es una de sus características hasta en su plena madurez. Para ella “el imperialismo, en su conjunto, no es más que un método específico de acumulación”.

“Este método específico – que se apoya en el uso de una coerción de la que Rosa da múltiples descripciones – no es más que el ya utilizado en la fase de acumulación originaria descrita por Marx. Sin embargo, no es una simple repetición. El capitalismo imperialista combina en la época, por un lado los rasgos modernos de la gran empresa basada en una división del trabajo “taylorista”, importantes aumentos de la productividad del trabajo vinculados con innovaciones tecnológicas (electricidad, petróleo, medios de comunicación, etc) y , por otro lado, el saqueo, la opresión rentística y, más en general, el uso de la violencia y del militarismo. El análisis del papel del militarismo realizado por ella ofrece a este respecto una interesante vía de reflexión. El papel central de la violencia en la expansión mundial del capitalismo debe ser relacionada con la emergencia del capital financiero como figura dominante.

La perspectiva adquiere así una nueva actualidad en la época de la globalización. La expansión imperialista, que requería la apropiación de regiones atrasadas del globo para ser transformadas en zonas capitalistas, fue un proceso que se completó en la segunda mitad del siglo XX. Hoy las nuevas fronteras de la expansión del capital no son territoriales sino económicas, como se pude ver en el proceso de mercantilización de todo lo que quedó fuera de la esfera de la valorización del valor: servicios públicos, salud, educación, semillas, recursos ambientales, agua, cultura, tecnología (patentes, derechos de autor). Las feministas alemanas agregaron el trabajo feminista a esta lista. El reparto territorial pasó a segundo plano. En el primero está la estrategia de convertir antiguos derechos en mercancías, lo que David Harvey, retomando a Rosa Luxemburgo llamó “acumulación por desposesión”. Es contra esa nueva forma de capital que resisten los movimientos sociales de todo el mundo y, en particular, de América Latina.

 

Bibliografía

Isabel Loureiro, presidenta del Instituto Rosa Luxemburgo de Brasil, profesora de la UNESP, traductora al portugués sobre la vida y obra de la gran revolucionaria polaca.

Claude Serfati, “Acumulación primitiva  contemporánea e imperialismo”, Marx ahora, La Habana, Editorial de las Ciencias Sociales, número 20, año 2005.

David Harvey, O novo imperialismo. San Pablo: Loyola, año 2004.

  

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