¡ESTO NO ES LA INQUISICIÓN!

¡ESTO NO ES LA INQUISICIÓN!

19/09/2018 Desactivado Por ElNidoDelCuco

Por ALEJANDRO BRAILE

Imagine Ud. que vive en una sociedad donde cualquier denuncia, incluso anónima, es válida. El inquisidor investiga y ante cualquier indicio, aun remoto, detiene al denunciado y lo despoja de sus bienes poniéndolos bajo su custodia. Este proceso puede durar años, y en ese tiempo se somete al detenido a cientos de interrogatorios, donde además está permitida la tortura.

Afortunadamente Ud. vive en estos tiempos, las cosas han cambiado…

    La inquisición nació un poco más allá del siglo X en lo que hoy es Francia, pero lo sustantivo de esta institución se gestó en la Edad Moderna, con la inquisición española (1478 – 1821), la inquisición portuguesa (1536 – 1821) y la inquisición romana (1542 – 1965). Era un organismo policial interestatal, con jurisdicción no definida, encargada de perseguir, atrapar y juzgar especialmente a los herejes, aunque no exclusivamente, los acusados de brujerías, los homosexuales y los blasfemos también sufrían el mismo rigor de parte de los inquisidores.

La apostasía define a quién abandona una religión, pero se ajusta mucho más al término cuando esta renuncia se hace de manera formal, la blasfemia es la injuria o irreverencia a la religión y la herejía es la teoría controvertida o novedosa que entra en conflicto con el dogma establecido. En los tiempos que hemos nombrado el dogma establecido estaba dado por “las enseñanzas de la Santa Biblia, los Santos Evangelios, la Tradición y el magisterio”.

Junto con los barcos de la conquista, al continente americano llegaron los inquisidores y se encontraron con millones de herejes. El contexto histórico no absuelve a la Santa Inquisición, es evidente que estos hombres tenían un solo objetivo, defender a capa y espada el poder establecido, la Biblia, la fe y el templo fueron un instrumento adecuado para su propósito.

Imagine Ud. que vive en una sociedad donde cualquier denuncia, incluso anónima, es válida. El inquisidor investiga y ante cualquier indicio, aún remoto, detiene al denunciado y lo despoja de sus bienes poniéndolos bajo su custodia. Este proceso puede durar años, y en ese tiempo se somete al detenido a cientos de interrogatorios, donde además está permitida la tortura.

Afortunadamente, usted vive en estos tiempos. Las cosas han cambiado. Sin ir más lejos, Don Galileo Galilei fue juzgado por la Santa Inquisición allá por el año 1633. Pasaba que al hombre se le había puesto en la cabeza que el Sol era el centro de todo y que la Tierra no era el centro del Universo, cosa que sostenía la Iglesia Católica. Como correspondía, fue condenado al exilio, le sacaron la beca que percibía por su actividad y los Médicis, que lo apadrinaban, lo dejaron a la buena de Dios. El tiempo no para y el caso Galileo fue revisado durante trece años. La conclusión fue manifestada por el Cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe: “En la época de Galileo la Iglesia fue mucho más fiel a la razón que el propio Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo”. Corría el año 1990. Pasaron 357 años, en los que el avance del hombre chocó con guerras pero estableció revoluciones, luchó contra la injusticia y conquistó derechos, transformó todo lo que vemos, se adentró en las entrañas del saber como nunca antes. Sin embargo nos queda la impresión de que la consideración de la Iglesia es equivocada. Esa mirada evidencia que estamos a la intemperie, lejos del abrigo del conocimiento. La Iglesia no está juzgando el hecho, lo que juzga es el conflicto al dogma establecido, aún a riesgo de enlodarse con el ridículo. Como dijimos, hay que defender el poder establecido.

Latinoamérica tiene en su ADN el dogma establecido y cuando quiso proponer alguna teoría controvertida o novedosa contra ese poder establecido masacraron a los herejes, voltearon con golpes de estado a sus democracias y sembraron el terror. Son varios los juristas que, asombrados, describen un estado de derecho seriamente lesionado en varios países de la región. “Detienen a ciudadanos por meras presunciones, violan el principio de inocencia, juzgan y condenan a líderes políticos y sociales sin pruebas, torturan a imputados amenazando su libertad si no acusan a quienes el poder persigue”. El poder establecido no son “las enseñanzas de la Santa Biblia, los Santos Evangelios, la Tradición y el magisterio”, han cambiado. Dios es el dinero, fundamentalmente el dólar, el dogma es el capitalismo, para nosotros en su variante neoliberal.

Los herejes de estos tiempos desprecian a los especuladores, protestan y salen a la calle a reclamar por jubilaciones y salarios dignos, insultan a sus gobernantes por las muertes de sus compañeros en manos de fuerzas de seguridad. Exigen salud y educación pública de calidad, libertad a los presos políticos, vivienda social, cultura para todos, servicios públicos en manos del Estado.

Varios cronistas publican documentos bien craneados para certificar que de ninguna manera se ha impuesto la institución de la Inquisición, Escribanos, Obispos, Abogados, Boticarios, taxistas de C.A.B.A., Baby Echecopar, Alfredo Casero, Mirta Legrand, Susana Giménez… suscriben y adscriben en todos los términos la afirmación.

Nosotros, los del Nido del Cuco, como buenos herejes que somos, estamos en condiciones de afirmar: Esto no es la Inquisición. Como conocedores aficionados de la historia no podemos caer en la confusión que trae el rumor, sabemos perfectamente que en los tiempos referidos quemaban a los herejes, blasfemos y homosexuales en la plaza pública, como a  Juana de Arco.

No hay ningún indicio de que tales episodios puedan ocurrir.

Hasta hoy por lo menos.